Hace unos días hablaba con un directivo de una Compañía bastante interesante. La empresa está creciendo de manera exponencial haciendo bien muchas cosas y su director es un claro visionario que tiene la ambición de llegar a liderar su sector a través de la diversificación y adaptación a nichos tecnológicos. Me comentaba que una de sus mayores preocupaciones es crear una cultura atractiva para sus empleados. Hacer de su empresa un lugar donde las personas quieran permanecer y desarrollarse porque se sientan valoradas y reconocidas por lo que son, lo que aportan y lo que reciben.
Con evidente orgullo me detalló algunas de las iniciativas que él y su equipo han puesto en marcha para generar ese ansiado clima de compromiso. Proyectos que tienen todo el sentido y que estoy segura que ayudarán a impulsar mensajes que calen en la motivación y entusiasmo de sus equipos.
En un momento dado de la conversación le pregunté:
– “Y además de todo esto, que es fantástico y por lo que te felicito, ¿cómo estáis manejando el error? ¿qué estáis haciendo en las situaciones en las que un empleado o un equipo toma una decisión (emprendedora) y no se consigue el resultado esperado?”
– “Lo toleramos” fue su respuesta después de unos segundos de reflexivo silencio.
– Entonces no pude reprimir mi siguiente pregunta “¿Qué significa para ti “tolerar” el error?”
Los coaches solemos utilizar una preciosa distinción entre dos términos que, aunque a priori pueden parecer sinónimos, existe un matiz que les tiñe de diferencias: tolerar vs aceptar.